miércoles, 10 de octubre de 2012

ACTITUD EN LA GESTION DEL CAMBIO


Cuando hablamos de actitud debemos de tener claro su concepto,  se puede definir como una reacción afectiva positiva o negativa hacia un objeto,  proposición abstracta o concreta. Esta se relaciona con la psicosociología, la conducta, el cognositivismo, la emotividad, el interés, el aprendizaje y la inteligencia.
Nuestra actitud es la manera  como elegimos responder a ciertas circunstancias y que decidimos hacer ante el cambio. Es mi actitud la que puede aumentar o reducir el estrés.  Nuestro estrés aumenta cuando nos resistimos al cambio, y le damos poder aquello a lo que nos estamos resistiendo. La actitud de cambio debe empezar por nosotros mismos.
Debemos tener una actitud abierta al cambio, ya que trae nuevas ideas y nuevos paradigmas en lo que podemos involucrarnos y ser protagonista de este.
En una actitud de gestión de cambio es interesante contar con la disposición de aceptar el cambio, confiar en lo que viene y la apertura a nuevos retos.
Debemos hacernos la pregunta ¿Qué puedo aprovechar con el cambio?   En vez de evadir asumo el reto, para si aprovechar las oportunidades que nos lleva a un crecimiento continuo.
Algo nuevo genera un cambio-crisis y en las organizaciones donde trabajamos estamos expuestos a esto contantemente, y nuestra actitud va depender de como lo percibimos.
INSEGURIDAD Y MIEDO
El individuo está consciente de que  está ocurriendo un cambio y que su actividad cotidiana se ve afectada pero su modelo mental  bloquea o rechaza su percepción para considerar el cambio como una oportunidad.
COMPROMISO Y RESPONSABILIDAD
La  única forma de obtener resultados diferentes es haciendo cosas diferentes.  En este escenario el individuo y el cambio se encuentran frente a frente. La actitud de compromiso y responsabilidad, toma un rol protagónico tomando las riendas de la situación. El compromiso es: voy a ser responsable de cómo este cambio afecte a mi ser y mi contexto. En ves de desconfiar, debemos confiar en que el cambio será favorable, entender que nuestras circunstancias negativas no son permanentes, ya que tenemos la capacidad para salir adelante.